Las innovaciones tecnológicas en la gestión financiera dio inicio a una era en la economía, pero la evolución de los retos también es un hecho. Los delitos digitales son uno de ellos para todos los que se sumaron a este nuevo sistema.
La digitalización en el mundo de las finanzas ha llegado para quedarse. Desde un pago, una inversión o una transacción puede realizarse a través de un dispositivo móvil; las largas colas en los bancos para hacer un trámite comienzan a ser cada vez más cortas con la irrupción de las nuevas tecnologías. No obstante, un nuevo desafío se desprendió a partir de esta innovación: la ciberseguridad.
Qué es la ciberseguridad
Al hablar de este concepto, solo puede ser relacionado con la era digital. La combinación de las dos palabras puede ser de gran indicio sobre su significado y la gran importancia de su presencia. La ciberseguridad se trata de una práctica de protección, ya sea de equipos, redes, aplicaciones de software, sistemas y datos ante posibles amenazas.
Como marco histórico, la ciberseguridad se creó casi al mismo momento que comenzaron a funcionar las primeras computadoras en el mundo, alrededor de 1950, pero fue con la llegada de Internet que este proceso comenzó a ser como es conocido ahora. Ya que a partir de ese momento, arremeter contra la seguridad no era solo dañando un equipo, sino que comenzó a ser posible vulnerar sistemas digitales.
Bob Thomas y Ray Tomlinson, son dos de los creadores informáticos que son reconocidos como los primeros que desarrollaron sistemas con los cuales se podía realizar un seguimiento de amenazas, y eliminarlas.
Pero con la evolución del uso de la digitalización, también su cuidado tuvo que avanzar. Por esto, se está frente a constantes búsquedas de respuestas ante nuevas vulnerabilidades.
La amenaza en el sector financiero: cómo actúan los ciberdelitos
Las transacciones, los pagos y la gestión de finanzas son algunos de los movimientos más comunes en el sector financiero digitalizado y si bien se tratan de procesos simples, se almacenan datos personales respecto a patrimonios. Esta información es más que valiosa para los delincuentes virtuales, que buscan acceder a ellas para realizar tanto fraudes como robo de dinero.
Para cumplir con este objetivo, quienes cometen este tipo de delitos hallaron diversas formas de hacerlo para vulnerar claves, número de identificación o tarjetas.El phishing es un modo de manejo para ello, siendo que se realiza a través del engaño tanto a trabajadores del rubro como a clientes; actúan de tal forma que se le concluye brindando los datos.
El ransomware es otro de los métodos de robo digital. Este se utiliza para atacar sistemas, y generalmente es realizado por hackers, con conocimientos específicos.
En este caso, se trata de una tarea para vulnerar estructuras digitales de instituciones financieras, por ejemplo, y exigen un pago para devolverlos, y no tomar la información que almacenan.
También, existe el malware. Se trata de un software malicioso que es filtrado en los sistemas para el robo directo de datos.La forma más común de aplicarlo es a través de archivos o enlaces que se envían de diversas formas al que muchos usuarios acceden sin detectar de lo que se trata.
Cómo combatir la inseguridad virtual
En este marco, los desafíos a los que se enfrenta el sistema financiero digital es evitar tanto las pérdidas económicas como de patrimonio. No solo por lo que significa el daño material, sino por la imagen negativa que transmite hacia las instituciones relacionadas, como así la falta de confianza que se puede generar.
En la misma línea, las instituciones involucradas pueden ser denunciadas legalmente si el cliente se ve afectado por estas acciones. Esto se traduce en un costo para ellas. Sumado a las inversiones que deben hacer para sostener su credibilidad de ser seguras para la gestión económica. Asimismo, en algunas partes del mundo ya funcionan entes regulatorios que buscan asegurar que se cumplan estándares de ciberseguridad.
Por último, uno de los riesgos detectados es la múltiple utilización de dispositivos con una cuenta. Al hacerse, se le da una posibilidad al delincuente virtual a más formas de acceder.